diciembre 01, 2008

Travesía nocturna

Vagando en el valle de los licántropos y aullando a la luna, se perdía entre la noche de sus sueños, en el más allá de la memoria, en el aquí y en el ahora imaginario, se encontró con arañas, gnomos, espectros y vampiros que lo invitaban a la eternidad, todos deformados por la distorsión onírica que lo asediaba.
- sudaba frío, temblaba el cuerpo que en ese instante no le pertenecía - respirando sangre, acorralado por sus demonios, corriendo en el caos que todas las noches lo aventaba al abismo y, en el ataúd que siempre lo esperó, sin poder abrir los ojos, sin poder sentir la seda en la que reposaba, decidió que no era el momento, decidió que no era el lugar, decidió romper la oscuridad.
Despertó, como cada mañana la monotonía lo esperaba, el desayuno, el trabajo, la plática con los amigos.
Y la noche le invocaba a su amada, la perdía en un libro, se tomaba un vaso de leche caliente, dos pastillas y otra vez a su cama… el valle de los licántropos que lo lleva a soñar.

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