diciembre 19, 2008

Oración

Ahora Señor, que atardece
y se echan las tinieblas sobre mi corazón,
sólo quiero pedirte una cosa:

No te vayas,
no sabría vivir sin ti;
no te alejes,
no podría vivir
sin la luz de tu mirada en mis ojos,
sin la fuerza de tu palabra en mis oídos,
sin el calor de tu sangre en mis venas,
sin la certeza de tu presencia en mi alma,
en lo más hondo de mi ser.
Sin ti, Señor, me moriría de frío.

Ya sé que puedes ocultarte
para probar mi fe,
pero siempre estarás conmigo.

Ya sé que no puedes huir de mi vida
porque lo invades todo,
lo penetras todo,
lo creas y conservas todo;
pero dame, Señor, una mirada limpia,
capaz de alcanzar tu luz a través de la noche.
Ahora que voy a tientas,
ilumíname por dentro,
y aunque mis pies vacilen,
haz, Señor, que mi corazón vea.
A m é n.

diciembre 01, 2008

Travesía nocturna

Vagando en el valle de los licántropos y aullando a la luna, se perdía entre la noche de sus sueños, en el más allá de la memoria, en el aquí y en el ahora imaginario, se encontró con arañas, gnomos, espectros y vampiros que lo invitaban a la eternidad, todos deformados por la distorsión onírica que lo asediaba.
- sudaba frío, temblaba el cuerpo que en ese instante no le pertenecía - respirando sangre, acorralado por sus demonios, corriendo en el caos que todas las noches lo aventaba al abismo y, en el ataúd que siempre lo esperó, sin poder abrir los ojos, sin poder sentir la seda en la que reposaba, decidió que no era el momento, decidió que no era el lugar, decidió romper la oscuridad.
Despertó, como cada mañana la monotonía lo esperaba, el desayuno, el trabajo, la plática con los amigos.
Y la noche le invocaba a su amada, la perdía en un libro, se tomaba un vaso de leche caliente, dos pastillas y otra vez a su cama… el valle de los licántropos que lo lleva a soñar.